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El ADD/ADHD es un caso paradigmático de cómo la política, los E factores de poder y la economía influyen decididamente en el área de salud mental.
Se trata de imponer la creencia de un supuesto trastorno de origen biológico, vigente de por vida y pasible de ser medicado. La poderosa industria farmacológica moviliza a los medios de comunicación y a los médicos, para poder lograr ese objetivo.
Lamentablemente se recurre a psicofármacos de la familia de las anfetaminas que no curan sino que dopan al niño para intentar una mejora transitoria que acaba al agotarse el efecto de la droga, siendo pasibles de ocasionar daños que pueden resultar irreparables en una mente en desarrollo y a nivel físico.
No existe ningún marcador biológico (pruebas de laboratorio, imágenes, electrofisiología) que detecte organicidad en este cuadro. En cuatro décadas de práctica clínica no he visto ningún niño con
problemas de atención que no provenga de una familia disfuncional. La atención se desarrolla en la intersubjetividad. Nace dentro del vínculo del bebé con sus cuidadores. Lo mismo sucede con la impulsividad y la hiperactividad.
Las dificultades se originan en la subjetividad del niño y han tenido lugar en el transcurso del desarrollo temprano, motivados por traumas acumulativos acaecidos en el contacto con sus cuidadores. Ellos no han podido instalar - a través del vínculo - una adecuada regulación emocional, un apego seguro y una autoestima sólida.
Lo consideramos un trastorno de déficit por instalarse antes de la adquisición del lenguaje y la simbolización. De todas maneras no existe un trastorno por déficit puro sin conflicto adicional. Las reacciones para compensarlo o renegarlo va creando diversos conflictos sobre agregados. Se ilustra lo expuesto con un caso clínico en el que se aplica el trípode terapéutico: el trabajo con la escuela, con los padres y con el niño.
Dr. Alejandro Huberman
El ADD/ADHD es un caso paradigmático de cómo la política, los E factores de poder y la economía influyen decididamente en el área de salud mental.
Se trata de imponer la creencia de un supuesto trastorno de origen biológico, vigente de por vida y pasible de ser medicado. La poderosa industria farmacológica moviliza a los medios de comunicación y a los médicos, para poder lograr ese objetivo.
Lamentablemente se recurre a psicofármacos de la familia de las anfetaminas que no curan sino que dopan al niño para intentar una mejora transitoria que acaba al agotarse el efecto de la droga, siendo pasibles de ocasionar daños que pueden resultar irreparables en una mente en desarrollo y a nivel físico.
No existe ningún marcador biológico (pruebas de laboratorio, imágenes, electrofisiología) que detecte organicidad en este cuadro. En cuatro décadas de práctica clínica no he visto ningún niño con
problemas de atención que no provenga de una familia disfuncional. La atención se desarrolla en la intersubjetividad. Nace dentro del vínculo del bebé con sus cuidadores. Lo mismo sucede con la impulsividad y la hiperactividad.
Las dificultades se originan en la subjetividad del niño y han tenido lugar en el transcurso del desarrollo temprano, motivados por traumas acumulativos acaecidos en el contacto con sus cuidadores. Ellos no han podido instalar - a través del vínculo - una adecuada regulación emocional, un apego seguro y una autoestima sólida.
Lo consideramos un trastorno de déficit por instalarse antes de la adquisición del lenguaje y la simbolización. De todas maneras no existe un trastorno por déficit puro sin conflicto adicional. Las reacciones para compensarlo o renegarlo va creando diversos conflictos sobre agregados. Se ilustra lo expuesto con un caso clínico en el que se aplica el trípode terapéutico: el trabajo con la escuela, con los padres y con el niño.
Dr. Alejandro Huberman